Ricardo Garanda (Casabas, Agosto 2015)
Al alza los precios
de las miserias
incompartidas,
a la baja se
deja
el alma
colectiva
entre rejas,
en la apatía
irresponsable rendida
que ya viene de
lejos,
de un Sancho con
su hogaza,
el vino del
pellejo
y su medio queso
de oveja.
Renunciar a la Barataria
que ilumina la
esperanza
tras el sol y
volver,
humillado
súbdito,
al maltrecho reino,
y entrar callado
por la puerta
de las caballerizas,
rendido de la
lucha,
vencido sin el
grito
No hay Ínsula
para ti,
por muy lejos
que vayas
no se trata del
regreso
a ninguna Ítaca,
nido soñado de
nuestro
personal destino.
Ha de ser fruto la
batalla
del sueño
colectivo.
Da igual si son
molinos o colinas,
o si los que
llenan la braña
de amarillo
brillante
son manadas de
merinas.
A nadie extraña
si son nuestros
gigantes
y nosotros los
guerreros,
para seguir
adelante
o aceptar la
ruina
del final de un perdido
sendero.
Solo nos queda
que la tristeza
del fracaso
no asume ¡ya
quisieran!
la mirada al
vértigo
de la vacía
tinaja
ni el susurro en
la esquina
de firmar,
rendidos,
la paz de las
migajas.
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