que
de tu objetivo fluyen.
De
qué rincón salieron
a
escondidas ellas solas
y
ahora sueltas andan
buscando
esa historia
que
ni tu ni yo
Buscan
la historia que no existe
ni
aquí, ni siquiera en un sueño,
pero
vuelan
por
encima de cualquier encanto
sin
dueño.
Ni
intuir podemos el alma de esas sombras
rojas
que
en los silencios se nos cuelan.
En
el oscuro, nuestra razón raptan,
abren
un tercer nivel,
uno
más que nuestro humano
control
aparta,
y
pueden ver lo que no vemos
escuchar
más allá de nuestra sordera
y
palpar con sus manos
lo
que nuestra piel nunca capta
ni
nuestro olfato pondera.
Más
allá de lo cotidiano nuestro,
más
incluso de nuestros sueños
menos
comprensibles,
dónde
siempre los restos
de
nuestras secas hojas
guardamos
en un vacío indefinible,
las
sombras rojas
tal
vez nos muestran su dominio
y
justifican el hueco inexplicable
de
existencias planas
ciegas,
sordas, el martirio
de
la apatía indefendible.
Tal
vez la rojas sombras,
que
tu objetivo descubre
en
el cromático choque
de
cuerpos borrosos,
solo
pretendan pedirnos
qué,
cuándo nos toque,
con
calma,
seamos
generosos y dejemos aquí
con
las suyas, la nuestra
alma.
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