lunes, 6 de junio de 2022

Las heridas de un sueño.

 Ricardo GAranda

Casabas, 290718


 

¿Cuántas heridas soporta un sueño?

No son únicas las eternas del duelo,

también agreden estas más temporales,

pesadilla global de lo imposible.

Ni aquello eterno.

Ni esto cruelmente cotidiano.

Cuando esperas respuestas,

duele otra vez el silencio.

 


martes, 19 de abril de 2022

De Sangre, Rosas.

Ricardo GAranda. (030422) 

 

Memoria que acusa

                       y duele

esas manchas rojas en un océano de odio negro

que expone nuestra historia.

 

Nadie es igual si muere,

la muerte no iguala, bulo que trama

el ignorado en el paraíso de la memoria

dónde se muestra el puño

de la jerarquía que la lucha clama.

 

No es la otra vida con el dios de la gloria,

que oculta la sangre mala,

es con los hombres,

en su memoria:

                      el renacer de los sueños

                      perdidos tras las balas.

 

Las trece de sangre fueron rosas

y no hay olvido para la sangre,

abrimos las fosas

cuando el alma crece

y sabemos que ya son eternas

porque nadie muere dos veces.

 


lunes, 21 de marzo de 2022

La última vez que nací.


Ricardo GAranda. 070722



La última vez que nací yo ya sabía andar en el aire

y pensar desde la ignorancia.

La última vez que nací ya sabía mi mente contar sin llegar al infinito

y luchar triste,

sin acercarme a la utopía.

 

La última vez que nací, en el mismo día,

yo ya sabía que vivir o no vivir era una decisión,

un compromiso unilateral,

una partida de un solo jugador y nadie más.

 

La última vez que nací ya sabía yo contar el tiempo,

sobre todo, el pasado.

Recién nacido pude multiplicar por cero,

pero preferí la equis y aquí estoy,

pactando un acuerdo con el resultado.

 

Ahora ya se acerca y ensancha la luz del destino,

iluminando el camino que enmarca los deseos que faltan.

Apenas ráfaga a la deriva 

que abandona los pasados incompletos,

olvidados en los bosques de las realidades,

siempre, al sueño, alternativas.

 

Bosques de viejos pinos

que confunden los deseos de avanzar o parar,

o avanzar despacio,

o no avanzar y amenazar con anular

ese iluminado destino,

sin decidir, si quiera,

el paso correcto que marque el ritmo del azar.

 

Ahora ya voy ocupando mi agenda con un par de sueños,

y cuarenta poemas,

y una guerra

y otra muerte, y otra más.

Nadie quiere morir

y yo no quiero ser inmortal.