lunes, 10 de febrero de 2020

Buscar en el Infinito

Ricardo GAranda
(231219)


Esperar el infinito y reiniciarlo cada mañana
con tu mano en mi mano.
Quedarnos quietos con nuestra poesía
mirándonos a los ojos, tan cerca uno del otro
que nos sentimos sin vernos, solo los ojos.

Y respirar con cuidado para que no se vuele el sueño
de nuestro mundo, distinto a ese otro de ahí afuera,
ese que nos atacará en cuanto separemos nuestros cuerpos,
en el instante mismo en que desunamos nuestras manos,
nos atacará de cualquier manera,
no hay remedio.

Esperar al infinito para un poema perfecto
en el que nuestro sueño traspase los muros
de la indolencia, de la miseria, del desamor.
Del fatídico tedio.

El mejor poema del mundo que rompa la diferencia
entre el amor y lo otro,
entre la felicidad y lo otro,
entre lo otro y nuestras vidas unidas
entre lo otro y todos los mundos que caben
en la línea invisible de nuestros unidos cuerpos.

Busquemos en el infinito,
pero no está el mejor poema del mundo escrito con palabras.
Nada brilla tanto como dos vidas unidas por la piel,
aunque la tristeza de ahí afuera anunciada por el dolor del grito
se vaya escapando por ese pequeño orificio de nuestros ojos,
avance por nuestros dedos y se cuele entre los versos.
Esos versos de amor que yo te escribo
cuando estamos tu y yo con un espacio imposible entre nosotros,
en el que seguro caben  los mundos, pero no su dolor.
Busquemos en el infinito.



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