Fernando por J.L. Romero |
Senderuelo, 310718
Con
la luna llena
los
caminos son blancos
y
los bordes de los montes
se
ven nítidos, claros,
en
siluetas rectas.
A
veces la luna
nos
da la luz plena,
perfecta.
Más
nítidos y más blancos
que
los del espíritu
de
quien necesita andar
por
caminos de luna llena:
no
se ilumina así por dentro,
tarda.
Necesita
algo más que una luna
siquiera
para algo esencial:
vivir,
respirar, soñar.
Y
esa maldita memoria
guarda.
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