Fotografia de J.L. Romero |
Ricardo GAranda
Casabas, 160818
Cuando
llegaron las lluvias
ella
ya se había ido.
Soportamos
el aire seco
y
vivimos y morimos
con
el aire y el campo seco.
Hace
falta algo más sólido
que
la esperanza,
saber
la medida de un espíritu fuerte
para
conocer el límite.
Y
ahora, vivir la vida
de
las nuevas lluvias
no
es fácil.
Conoció
las viejas lluvias
y
las últimas sequías.
Tardaron
las aguas en llegar
y
ella ya no estaba aquí,
y
yo muy poco.
Sopló el aire en la noche de Casabas,
en
la tarde llovió
y
después sopló un aire húmedo,
precioso,
pero ella ya no estaba,
se
fue antes,
y
yo.
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